Paul Agnew dirige la Franz Schubert Filharmonia (antes Orquestra Simfònica Camera Musicae)
Eugenia Boix, soprano
Marta Infante, mezzosoprano
Albert Casals, tenor
Elías Arranz, barítono
Coro Francesc Valls
Franz Schubert Filharmonia
Paul Agnew, director
Todos sabemos que el Aleluya de Händel es uno de los grandes hits de la música clásica, pero lo que resulta difícil de entender es que no se hayan convertido también en indispensables la mayor parte de los fragmentos del Mesías. Se trata de una obra inmensa, brillante, espectacular, pero también muy difícil de interpretar. Cuando se estrenó, el éxito fue apoteósico y desde entonces se ha interpretado de forma ininterrumpida en todo el mundo. Händel había tenido grandes éxitos con sus óperas y también con la música instrumental, pero a partir de los 50 años se dedicó, casi de forma exclusiva, a los oratorios. La obra ha superado completamente el patrimonio exclusivo de los fieles cristianos y se ha convertido en patrimonio universal de los fieles a la música. Tiene esa doble calidad exclusiva de las obras maestras: por un lado, contiene secretos y nuevas lecturas para los expertos, y por otro, belleza y atracción para el oyente medio. Cumple, efectivamente, una función espiritual que si no nos acerca a Dios, al menos nos acerca al arte.